LAS BUENAS ESTRATEGIAS
TRANSFORMAN EL MUNDO
“Cuando amamos a Dios y hacemos lo que él manda, sabemos que amamos
también a los hijos de Dios. El amar a Dios consiste en obedecer sus mandamientos;
y sus mandamientos no son una carga, porque todo el que es hijo de Dios vence al mundo”. 1 Juan 5:2-4

“La
falta de reformas puede llegar a tener un costo para el país de hasta 19 mil
millones de pesos diarios. En su mensaje semanal, el Consejo Coordinador
Empresarial (CCE) afirmó que el costo de oportunidad por desaprovechar el bono
demográfico, que empezará a declinar en algunos años, ascendería a 2.8 billones
de pesos anuales, por la población que no encuentra empleo digno “y
oportunidades para vivir mejor y producir más”. Esta cifra, dijo el organismo
empresarial, es sin considerar a los mexicanos que han migrado a Estados
Unidos.”Periódico el
informador 10 de abril de 2012.
Es inevitable dejar de ver la
realidad que se vive hoy en nuestro país, millones de jóvenes en México no han
tenido la oportunidad de una mejor educación, de una buena capacitación u
orientación y en consecuencia no tienen actualmente una forma digna de vivir y,
de planear su futuro. Y es verdad, llegará el día en que todos ellos dejaran de
ser jóvenes y entrarán a una nueva etapa de sus vidas en donde disminuirá su
potencial de productividad. Y entonces ¿Qué pasará? Es obvio que algo ha
sucedido en el país, y eso que ha sucedido por años, sigue sucediendo ahora
mismo. ¿Crees que en nuestra patria las cosas puedan seguir sosteniéndose sin
una planeación adecuada? ¿Tú qué dices?
En tiempos antiguos, en época de los
profetas, las situaciones entre gobernantes y pueblo no eran muy distintas a la
nuestra. Pero aún en aquellos tiempos, existía la esperanza de una
transformación, de un cambio que provocara una mejor forma de vivir y de
convivir con el resto de las personas. Esto siempre ha sido importante y el
esfuerzo por alcanzarlo nunca ha declinado. Y la voz de los profetas en medio
de toda problemática social nunca ha dejado de escucharse, aún hasta el día de
hoy.
En la fracción del Evangelio de hoy, vemos
también que las cosas no funcionaban bien del todo entre los líderes y el
pueblo. Por esa razón cuando Jesucristo se apareció a los discípulos en el
aposento alto, ellos se encontraban llenos de miedo. Temían que las autoridades
vinieran por ellos para llevarlos a la muerte, el camino que Jesús había
recorrido unos días antes, el camino de la muerte en la cruz.
Pero a pesar de que estaban
escondidos por miedo a los judíos, también podemos ver que ese miedo que ellos
sentían, era lo que los mantenía unidos. Y cuando Jesús se aparece en medio de
ellos, lo primero que hace Jesús es tranquilizarlos, “¡Paz a ustedes”! Y en ese momento Jesús les dio la autoridad para
que siguieran adelante, controlando sus miedos.
Aunque no lo sabían, Jesús estaba
completamente seguro de que ya estaban listos para emprender el inicio de lo
que sería la Iglesia. “Jesús sopló sobre
ellos, y les dijo: -Reciban el Espíritu Santo”. San Juan 20:22 Jesús les
estaba mostrando el comienzo de algo nuevo, y no solo para ellos, sino para
todo el mundo. Ya no estarían solos, pues el Espíritu Santo les acompañaría y
les fortalecería.
Jesucristo siempre mantuvo un
pensamiento estratégico a cada momento. Y el enviarlos al mundo para llevar su
mensaje, debía ir acompañado de la fortaleza de Dios mismo.
La encomienda de Jesús a sus
discípulos transformaría a millones de seres humanos, pues el comienzo de la
Iglesia proyectaba algo grande.
Esto nos demuestra que tanto para
Dios, como para nosotros, es muy importante contar el uno con el otro. Jesús
necesitaría de la Iglesia, por esa razón San Pablo habla de la Iglesia como el “cuerpo
de Cristo”, porque Jesús dependería en adelante de la fuerza de la Iglesia como
portadora de su mensaje. Y es allí en donde surge nuestro poder y nuestra
dependencia al mismo tiempo, nuestra dependencia del poder de Jesús. La Iglesia
también necesitaría del respaldo de Jesús, ya que sin su presencia, sin su
mensaje o sin su amor, la Iglesia perdería todo sentido de existencia,
convirtiéndose en una simple organización humana, fría y sin ninguna estrategia
para alcanzar su propósito, enfocada en sus propios intereses personales, sin
ningún poder de transformación.
Así, de la misma forma que Dios envió
a Jesús para cumplir con su misión, Jesús enviaría a sus discípulos para cumplir con una nueva etapa de
esa misión, pero aquí no debemos perder de vista algo muy importante. Para que
la misión de Jesús obtuviera éxito, tuvo que mantener una estrecha comunión con
Dios, su Padre. Y ahora, para que resultara en éxito la nueva etapa de esta misión,
se requeriría de la misma relación, entre los miembros de este nuevo grupo y
Dios, y esto se llevaría a cabo a través del Espíritu Santo, el cuál Jesús les
había traído a los discípulos.
Por esa razón Juan se atreve a decir
en su carta “porque todo el que es hijo
de Dios vence al mundo” 1 Juan 5:4
Ese poder que ha recibido la Iglesia
a través de los discípulos ha sido transmitido a la gente, a toda persona que
necesitaba escuchar el mensaje de Jesús, a toda persona que estaba cansada de
la monotonía de su vida, a toda persona esclavizada por los deseos y
pensamientos de su propio egoísmo.
Dios, nunca ha dividido al mundo
entre malos y buenos, como catalogamos nosotros a la humanidad. Dios ve un solo mundo, en donde observa
a sus hijos e hijas, unos atentos y otros distraídos. Es aquí en donde obtiene
aún más sentido la existencia de la Iglesia. Dios transmite su amor a esos
hijos e hijas que se encuentran algo distraídos, distraídos con infinidad de
asuntos, asuntos importantes para vivir en este mundo, pero que muchas veces
esos asuntos no nos permiten encontrarnos con nuestra grandeza interior, la
grandeza que nos llevará a vivir una vida más plena.
Y aquí entra el amor, el amor por esos
hijos e hijas de Dios, que se encuentran distanciados tanto fuera como dentro
de la institución religiosa. Recuerda, Dios no los ve como personas malas y sin
remedio, es por amor a ellos, por lo que Cristo preparó y envió
estratégicamente a la Iglesia.
En una ocasión, un hombre se acercó a
un niño que observaba todos los días de camino a la escuela, este niño llevaba
cargando en su espalda a otro niño que se encontraba incapacitado para caminar.
El hombre le dijo, esto debe ser una carga muy pesada para ti. Y el niño
volteando a ver a aquel hombre le dijo. No señor, no es ninguna carga pesada
para mí, porque él es mi hermano.
Hermano y hermana, cuando las
personas comienzan a ver en el ser humano a su propio hermano, la carga se hace
ligera, los celos se esfuman, las envidias desaparecen, y en cambio, el mundo
comienza a tener un brillo intenso de armonía.
Recuerda, la Iglesia eres tú, y la
Iglesia se encuentra estratégicamente involucrada en el mundo, dentro del gobierno,
de las escuelas, de las empresas, de las zonas más ricas y de las zonas más
pobres, de los clubes, de las zonas de extrema pobreza, etc.
No hay que olvidar que esa es la
Iglesia que Jesucristo envió al mundo, la que ve al ser humano con amor, la que
busca la transformación, la que no vacila por reformar lo que se deba reformar,
la que vence sus propios miedos para emprender algo nuevo, pero que siempre
planea sus estrategias, dejando a un
lado la improvisación. Iglesia, a ti te hablo, retoma nuevamente el poder con
el que Jesús nos envió hace mas de 2000 años.
Esa Iglesia, es la que seguirá
transformando al mundo, salvará a nuestros jóvenes mexicanos y atraerá un mejor
futuro para nuestra nación.
Amén.
Pbro. Roberto Aguilar Cedeño
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
Abril 15, 2012