domingo, 11 de diciembre de 2011

Yo bautizo con agua; pero entre ustedes hay uno que no conocen y que viene después de mí...


San Juan 1:6-9, 19-28

Hace un mes atrás, caminando por algunas calles detrás de la Iglesia de San Jorge, en la ciudad de Colima. Llegué a un albergue del cuál ya me habían hablado algunas personas. Cuando entré a ese lugar, me presenté con la secretaria y unos minutos después llegó la directora de la institución. Me presenté con ella y me puse a sus ordenes como clérigo de la Iglesia Anglicana de San Jorge.
Hace una semana volví a aquél lugar para platicar nuevamente con la directora y conocer un poco más la institución y el trabajo que ellos desempeñan. En medio de la conversación la directora me compartió una experiencia que había tenido con una de las niñas del albergue. Me dijo que en una ocasión platicandoles acerca de la oración, esa niña se acerco a ella y le preguntó que si acaso Dios escucharía su oración, la directora le dijo, por supuesto que si, que todo lo que le pidiera a Dios El le iba a contestar.
Ese mismo día al rededor de las 4 de la tarde, esa misma niña entro corriendo buscando a la directora, ¡Maestra! ¡Maestra! Gritaba la niña, ¡Mi mamá vino a verme! ¡Dios si escucho mi oración! Lo milagroso de esta historia, es que todos daban por hecho el abandono de la niña por parte de su mamá, ya que hacía mucho tiempo que no se sabía nada de ella.
Historias como estas suceden casi todos los días en aquel albergue que pocos conocen, pero que sin embargo, ese es un lugar de milagros. Los niños de ese albergue están viviendo un adviento continuo. En espera de que algo suceda con sus vidas, que algún día pase algo extraordinario y por aquel portón de la calle pueda entrar alguien con amor para ellos.
Este tercer domingo de adviento, es tiempo de reflexión y espera también para nosotros. En el pasaje del Evangelio de San Juan, aparece nuevamente Juan el Bautista. Los fariseos lo cuestionan acerca de su identidad, ellos quieren saber quien es él en realidad. Le preguntan si acaso es Elías, el Mesías o un Profeta. Pero Juan el Bautista niega todo eso. Juan entonces, citando al Profeta Isaías les revela su identidad, “Soy la voz que grita en el desierto”.
Juan el Bautista, se convirtió en la pieza importante para el comienzo del ministerio de Jesús. Un comienzo que transformaría a la humanidad entera.
Hermano y hermana, no solo existen malas noticias en México. Las buenas noticias y los milagros que suceden todos los días en nuestras ciudades, no son publicadas en los periódicos locales o nacionales, tampoco son presentadas en los noticieros mas populares de México. Y eso no es porque no existan cosas buenas, lo que pasa es que las buenas noticias y los milagros de Dios, no producen ganancias millonarias para los inversionistas mas poderosos.
Por esa razón las maravillas de Dios, así como todo lo bueno que sucede en nuestro maravilloso país, debe ser comunicado por todos nosotros, los que hemos sido llamados y restaurados por Jesucristo.
Cada uno de nosotros hemos sido llamados por él, estamos siendo restaurados por él cada momento de nuestra vida. Entonces, si estamos siendo seguidores de él, ¿Porque no ser también, portadores de las buenas noticias? ¿Que nos impide serlo?
Una cosa mas de lo que he sido testigo. El año pasado se trabajó arduamente en la ciudad de Guadalajara para llevar a cabo el Parlamento de la Religiones del Mundo. Esto es como los Juegos Olímpicos de las religiones. Aunque no fue posible obtener la sede para el próximo evento. Hubo algo en lo que si se avanzó. Los lideres del Parlamento, en los últimos años se han dado cuenta de que los verdaderos dueños de la tierra que pisamos en nuestras modernas ciudades, no somos los actuales habitantes, en el aspecto religioso, ni Anglicanos, ni Católicos Romanos, ni Protestantes, somos los dueños de esta tierra. Así que se dieron a la tarea de investigar, quienes eran los verdaderos dueños. Y los verdaderos dueños son aquellos que ahora viven en las sierras, en las montañas, en los desiertos, aquellos que nos venden alguna artesanía que muchas veces poco valoramos, aquellos que nos venden en las calles una canasta o una cobija en 50 o 100 pesos. Ellos que han tenido que aprender Español para poder sobrevivir en su propia tierra.
Las autoridades del Parlamento han motivado con gran fuerza, una nueva forma de vivir en armonía, pero sobre todo con respeto a las diferentes formas de pensar y de adorar.
Se ha iniciado ya una nueva etapa, en la que el perdón comienza a darse a aquellos que nuestros antepasados abusaron, despreciaron y marginaron. Es un excelente comienzo, el trabajo solo se ha iniciado, falta mucho mas por hacer, pero lo importante es que hay voluntad de hacerlo.
Queridos hermanos, no desfallezcan, aunque la tarea parece imposible en algunos momentos, como estoy seguro lo fue para Juan el Bautista, vale la pena luchar por la esperanza, luchar por la transformación.
Recuerda, tu eres la voz que grita en el desierto, tu ya conoces al que está entre nosotros, a Jesucristo nuestro Señor. Y tu eres la fuerza del cambio en México. Tu tienes las manos de Dios, la voz de Dios, úsalos para proclamar al mundo todo lo bueno que Él esta llevando a cabo en tu vida y en la vida de los demás.

¡Jesucristo viene ya!

AMÉN.

Pbro. Roberto Aguilar-Cedeño
robertoaguilar.75@gmail.com

Tercer Domingo de Adviento – Año “B”
Diciembre 11, 2011


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