domingo, 19 de agosto de 2012


VIVIR LLENOS DE DIOS, LA MEJOR INVERSIÓN


El que come mi carne y bebe mi sangre, vive unido a mí, y yo vivo unido a él. El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él; de la misma manera, el que se alimenta de mí, vivirá por mí. 
San Juan 6:56,57

 “El número de personas ocupadas en el mercado laboral del país ha crecido en fechas recientes, pero la mayor parte lo ha hecho en condiciones de precariedad, es decir, con niveles salariales bajos y sin acceso a servicios de salud, afirmó el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).
Considera que para estimular un mayor incremento del empleo de calidad, debe acelerarse el crecimiento de la economía y mantenerlo a tasas elevadas.
Para ello, debe mantener la estabilidad macroeconómica, estimular la inversión y un ambiente de seguridad y Estado de derecho, así como aprobar las reformas estructurales que requiere el país, como la fiscal, la laboral y la energética.”

Según el Fondo Monetario Internacional, México ocupa el lugar 14 dentro de las 25 economías más grandes del mundo. A pesar de ello, las condiciones de vida en la  mayoría de los mexicanos, no reflejan el lugar que ocupa la economía mexicana a nivel mundial. Ya que la distribución de las riquezas no se ha repartido de manera equitativa, y la división entre ricos y pobres es cada vez mayor.
Ahora bien, ¿Acaso será cierto que los mexicanos no podrán aspirar a un empleo digno, con el que puedan vivir bien y tener acceso a servicios de salud, hasta que exista una economía estable y reformas estructurales?
O ¿Acaso existirá otra forma de alcanzar el sueño de vivir una vida estable, con las condiciones básicas que permitan llevar una vida dedicada al crecimiento integral?, Tú ¿que crees?
En el evangelio de este domingo, San Juan 6:53-59, encontramos una muy importante ayuda, para reflexionar a cerca de esta situación que vivimos actualmente en México, y no solo en nuestro país, pues estas inequidades se viven actualmente en casi todos los países del mundo. Entonces, ¿Que nos dice Cristo para esta situación?

Veamos, tal vez cuando leemos, “comer su carne y beber su sangre” nos puede sonar como una frase un poco extraña si lo interpretáramos literalmente. Pero debemos ir al fondo de lo que Jesús quiso decir realmente con estas palabras.
Durante siglos, esta expresión ha resultado ser grotesca o fantasiosa para personas ajenas al cristianismo durante distintas épocas. Pero, para los oyentes de Jesús, al escuchar esto, surgía en sus mentes imágenes muy familiares relacionadas con los inicios de su propia historia. Y es que escuchar esto era perfectamente normal para quienes conocían el sacrificio en el mundo antiguo.
En ese mundo antiguo se ofrecían animales en sacrificio, parte de la carne que se quemaba era para los sacerdotes y otra parte se le devolvía al que había presentado esa ofrenda, entonces esta persona hacía una fiesta invitando a sus amigos, la cual se llevaba a cabo en el recinto del templo. En esa fiesta se consideraba que el invitado de honor era el dios al que se le había llevado tal sacrificio. Porque al habérsele ofrecido esa carne, se creía que la divinidad había entrado en ella, y al comerla se creía que la divinidad entraba para habitar en la persona que la consumía. Y cuando volvían a sus casas, creían literalmente que volvían llenos de la divinidad.
Tal vez nos puede parecer este un acto de idolatría, o que aquellas personas fueron engañadas. Pero ellos estaban seguros de estar llenas de su dios cada vez que volvían a participar de un sacrificio parecido.
Entonces para los oyentes de Jesús, esas palabras no sonaron tan fuera de la realidad.  

Ahora bien, ¿Cual era la necesidad del ser humano en aquella época? ¿Para que hacían sacrificios de animales? Pues para sentir que la divinidad se podía llevar dentro de si mismos. Por esa razón se tuvieron que hacer tantos sacrificios, de animales como de humanos en otras culturas. Para poder tener una conexión con el dios al que le rendían culto. La mayoría de las religiones existen por esa razón, pues era vital sentir que su dios los acompañaba, los protegía y les proveía de sus necesidades. Y ¿Que querían que les proveyera la divinidad?, pues compañía en su soledad, prosperidad en la inestabilidad, felicidad en la amargura, valentía frente al miedo, redención frente a la culpa. Todos participaban, ya fuera por compromiso, por que la mayoría lo hacía, pero nadie se escapa de sentir esa necesidad de vivir cerca de la  divinidad.
Lamentablemente algunos líderes en todas las épocas, sobre todo lideres religiosos y políticos, se han aprovechado de está necesidad que tiene el pueblo, y la han utilizado para satisfacer fines egoístas y que tanto daño han hecho, ocasionando que no hayamos podido alcanzar la equidad y justicia que necesita la humanidad.
Por esa razón la lectura de hoy nos apunta hacia la esencia de las palabras de Jesucristo. Dios está observando toda la infamia que se vive en el mundo, él, intenta abrirnos los ojos de mil maneras. Él nos dice, yo soy el que saciará tu necesidad, “come mi carne y bebe mi sangre”. Yo puedo rescatarte de tu soledad, yo puedo sanar tus miedos, yo puedo llevarte a la felicidad, yo puedo darte la estabilidad, yo puedo saciarte de vida.

Lamentablemente hay mucha tiranía en algunas instituciones o regímenes que han perdido de vista los derechos del pueblo, y no han querido ver al ser humano como un ser de amor lleno de la esencia de Dios. Pero, a pesar de ello podemos cambiar la situación de México, ¡Claro que si! Y precisamente lo podemos lograr con su esencia, su vida dentro de nosotros, su amor que nos envuelve y eso cambia todo. Así es, la esencia de Dios cambia la manera de pensar, la manera de actuar, la manera de vivir.

Hermano y hermana, yo te animo a que sigamos cambiando a México, pero partiendo desde dentro de nuestro ser interior, allí en donde comiendo la carne de Cristo, podemos cumplir el propósito de vivir una vida digna, y en donde bebiendo de su sangre, podemos comenzar a vivir nuestra vida eterna a partir de hoy. Dios ya esta dentro de nosotros, ya no tenemos que doblegarnos ante la tiranía de los egoísmos, y que han preferido decir que Dios es ajeno a ellos por conveniencia. Vive tu vida con fuerza. Dios ya vive en ti. Y nunca dejes de practicar de ver a Dios en cada ser humano que te encuentres en tu camino, rico, pobre, con educación, sin educación, mujer, hombre, de cualquier raza u orientación sexual, porque todos llevamos a Dios dentro de nosotros, todos llevamos vida y la vida solo viene de Dios.

Es así que nuestra Santa Eucaristía toma aún mas sentido, pues nos damos cuenta de que celebramos y compartimos juntos del mismo pan y del mismo vino, esos dos elementos que representan la carne y la sangre de Cristo, y que cuando los tomamos con fe y con una mente abierta, nuestra disposición y la entrega de Dios se funden en un solo acto, llenándonos de la fuente única de vida, de bienestar, de paz y de prosperidad.
Eso es lo que el mundo necesita antes de las reformas o la estabilidad económica, todo eso será importante y alcanzable, pero no debemos dejar de lado lo esencial por atender lo urgente, y lo esencial es llenarnos de Dios, como lo dijo Jesús, “El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él; de la misma manera, el que se alimenta de mí, vivirá por mí.”  AMÉN.


Pbro. Roberto Aguilar-Cedeño.
robertoaguilar.75@gmail.com

19 de agosto de 2012.

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